El film narra como una rubia (muy lejos de dejarla como una estúpida) llega a sacarse la carrera de derecho en Harvard y consigue su sueño (si, el sueño de ser una abogada mas con descuento en rodilleras).
Ahora Elle, que es el nombre de la protagonista, se va a casar con su ex profesor de derecho en la Facultad (mmmhh... ¿eso es legal?) y claro, como ella es tan humilde pues que menos que alquilar el campo de baseball enterito para que la rubia de los huevos se case con el chulazo. Esta le llama a su futuro marido para contarle la noticia pero cae en la cuenta de que, ¡oh no! Claro, falta un invitado en su boda, es esencial, la madre de Bruster (su jodido perro patada).
Hay un corte tipo años 80, ya sabéis la imagen congelada y desaparece en espiral ¡uhhhhhh!, aparece Elle en la oficina de un detective para que este encuentre a la madre de su perro (¡¡ay señor!!) este se queda flipado y piensa lo que todos estaríamos pensando (Rubia ¿Cuándo has dejado las drogas? ¿Por qué no has seguido en ellas?) Como la rubia maneja pelas que te cagas el detective acepta la misión y dos minutos más tarde ya tenía un tocho lleno de información (menos mal no quería darle ni un minuto más de importancia al caso), Elle abre ese tocho, tímidamente, y descubre que la madre del perro patada está en una empresa de cosméticos y siendo utilizada para probar maquillajes y demás productos de cosmética (Que digo yo... ¿Carmen de Mairena no os vale? Si también ladra).
Ahí es cuando a la rubia se la enciende el único vatio de bombilla que tiene y decide que se va a ir a Washington a crear una ley para prohibir los cosméticos contra animales (dos cosas rubia, 1ª: llegas tarde ¡muy tarde ya! y 2ª: ¿Quién te ha nombrado reina para hacer leyes?).
La mega pija con una clara obsesión muy chunga hacia el color rosa, llega a Washington donde está Victoria, una amiga del pasado (y tan pasado no recuerdo haberla visto en ninga de las dos películas) la da un mini despacho para que ahí trabaje en su nueva ley, sin futuro por supuesto. Ahí se encuentra a Grace, la negra hermana de 50 cnt que la hace la vida imposible, ¿por qué? no lo sé, cariño, pero te apoyamos TODOS te apoyamos.
La película empieza a perder todo el sentido del mundo cuando de repente, (no sé a que guionista con problemas de la infancia se le ocurriría), Bruster, el perro patada, se enamora de un rottweiler. Si, es raro que un chihuahua y un rottweiler se enamoren pero ¿siendo los dos machos? en fin, Chueca invade los corazones de estos dos dudosos machos. No lloréis, gracias a esto la rubia consigue contactos para poder explicar su ley ante el tribunal de comercio ¡¡Uhhh, si, viva!!
La explica, todos pensábamos que iba a triunfar, que la película iba a acabar, que todos íbamos a ser mucho más felices viendo el final de esta basura... Cuando Grace, la negra con problemas psicóticos, la traiciona y crea de forma express otra ley (joder que de leyes en España esto, esto no pasa ¿no?) por lo cual, la mega estúpida necesita 200 firmas de concejales, presidentes, gobernadores...vamos, gente importante para poder hacer vigente su ley.
Aquí es cuando viene la parte que más me gusta llama a sus 3 amigas íntimas a cada cual más grotesca:
• PAULETTE: La vieja choni que sus mayas no conocen límites, y sus labios están tan forzadamente operados y estirados que mantiene conversaciones con su propia nuca.
• MARGOT: Otra rubia que para nada deja a las mismas como estúpidas no no, para nada ¡eh!, no seáis mal pensados.
• SERENA: La típica chunga que te la puedes encontrar en cualquier polígono mezclando cristal con su Ron de oferta del Lidl.
Bueno, pues gracias a estas 3 payasas Elle consiguió las firmas de una forma muy realista, cortes de pelo chonis, espectáculos de animadoras, vestir a los gobernadores de la forma más choni existente (sé que soy muy irónico pero, en serio, es lo que ocurrió).
Luego, como no había más presupuesto para la película, cosa que no discuto, pues de repente la negra se hace buena y la ayuda con los preparativos de su boda que acaba siendo a lo cutre en un bosque (muy bien, así organizando las cosas para que los espectadores no nos perdamos), donde, por cierto, también se casan los perros. Claro, la realidad empezaba a invadir la película.
Muchas gracias de nuevo a todos por aguantar una crítica más, espero haceros reír o por lo menos sacaros una tímida sonrisa, y ya sabéis: ¿PARA QUE CONTAR EL FINAL?
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